Artículo de colaboración ...
La problemática del acoso escolar en las Escuelas es una materia que comparten muchas jurisdicciones profesionales desde sus respectivos enfoques específicos, como por ejemplo la Pedagogía, la Psicología, la Sociología, la Antropología, y por supuesto, también está presente a nivel judicial desde los tribunales a las fuerzas del orden.
Desde la Psicología Forense nos alineamos con la justicia en la visión de que el acoso es un delito, aunque en psicología preferimos graduar este concepto y comprenderlo más desde la prevención de una amenaza que infringe o quebranta la estabilidad o el equilibrio de la Educación para educar en cualquier escuela pública o privada. El acoso escolar, en sus diferentes grados y dimensiones, tiene que ver con la agresividad muy humana y hasta cierto punto natural, y que en el peor de los casos podría adquirir una magnitud o unos grosores de grado violento o bárbaro tanto si es por la hostilidad de rivalidad, competitividad o por causas de tipo sexual. Actualmente han surgido leyes bondadosas, justas, con la pretensión de prevenir y ayudar a este imperante cultural de tipo de “ley del más fuerte” que en muchas escuelas pueden desbordar y quebrar el funcionamiento de estas instituciones en su tarea diaria, educar para cultivar (acepción positiva de cultura) las personas de nuestros niños. Ahí están las leyes de protección al menor para que puedan ser utilizadas o aplicadas por cualquier ciudadano/a concienciado con estos problemas sociales.
Si estamos de acuerdo en que la escuela es una institución, me gustaría apelar a la paciencia del lector para que podamos echar mano de la Antropología, concretamente la etnopsicología, para explicarnos que en la escuela, o en cualquier otra institución, como por ejemplo el ejército, un hospital, los colegios profesionales, la industria, la empresa… etc. ocurren y concurren ciertas adaptaciones sanas, tanto si son exterior como interior, y que son muy necesarias, por ejemplo los niños escuchando a sus profesores. Por el contrario, sobrevenir otras “adaptaciones” más de tipo enfermizo (o adaptaciones malsanas) donde la institución se convierte en una sociedad patológica (G. Devereux, Normal y anormal, p.27.). Como la madurez afectiva en los niños es inmadura, en el sentido de adquirir lo real, lo racional o la capacidad para sublimar sus tendencias (lo que antes se denominaba instinto) o sus malos hábitos aún están por desarrollar, hemos de protegerles ante las emociones tóxicas disruptivas dañinas. Porque cada institución posee sus particularidades propias en lo referente a su idiosincrasia que la hace distintiva también en sentido peyorativo. Aunque lo que estamos diciendo es que la escuela, como institución, tiene que educar preparando al niño a las experiencias no solo intelectuales, permitiendo que en cualquier escuela se pueda desplegar de manera controlada esos fantasmas, instintos y otras manifestaciones del pensamiento y de la emoción de sus alumnos que no siempre fueran del amor, la concordia o la paz para que no deriven en una “escuela de guerra”. Estos fantasmas pueden tener un carácter perverso, envidiosos, hostil, agrio creando una vida para los alumnos traumático. Si ya de por sí el estrés social son esas fuerzas nocivas que hieren al estudiante, el trauma son esos resultados nocivos que ya han impactado con fuerza penetrante en la psique de alumno. En este sentido habría una escuela que enferma, o que es “no escuela” por el hecho de que estas situaciones traumatizantes ocurren prematuramente para los chiquillos, no habiendo constituido la disponibilidad de defensas adecuadas, sin nada que armonice ese choque en el encuentro psicosocial del alumno con su entorno colegial.
Pero hay un cambio, actualmente la escuela se está dotando de "defensas culturales" apropiadas, tanto psicológicos como materiales para prevenir. Los primeros serían como madurar a los niños en el diálogo o en la interlocución con otro, estudiar y trabajar en equipo, investigar en clase, colaborar, apoyarse mutuamente, y los segundos son esos medios y prevenciones para denunciar y poner límites ayudando a esas “víctimas propiciatorias” que están en el punto de mira de esos hostigamientos. De estas prevenciones ante estos traumatismos prematuros nos jugamos problemas muy graves que en la edad adulta pueden cristalizar o estructurarse, no solo desde un grave negativismo social sino hasta generar cuadros psicóticos muy importantes. Por tanto, en la escuela ha de procurarse educar no sólo para “consumir asignaturas” si no que como valor psicoafectivo ha de posibilitar la capacidad de autorrealización y autoestima suficientes para dar acceso a una madurez y a una verdadera independencia de unos conflictos interiores tanto personal como grupal que puedan darse en la escuela, como lo que hemos dicho: la reproducción ya culturalizadas de estos fantasmas (de la competitividad, rivalidad, envidias, codicias… ) que emergen desde la experiencia subjetiva inter o intragrupales, en una mezcla explosiva e inextricablemente de estos fantasmas con los mitos, los actos obsesivos, los actos rituales o las idiosincrasias que el escolar traumatizado no tiene escapatoria de manera normal y adaptada sino deformándose y distorsionándose bajo el amparo de la no-escuela. En este punto, estaríamos a las puertas de los desórdenes de personalidad (T.P) por esta vía causal de la escuela como institución desocializante.
Pero como entendemos que la labor de la educación de nuestros hijos no está supeditada sólo al ámbito de la Escuela, hemos de ayudar desde casa a que el ideario educativo del colegio sea bastante parecido al de la familia. Por tanto, la prevención de la violencia desde el hogar familiar también forma parte de esta ecuación a resolver relacionada con el acoso escolar. Ana y yo queremos referirnos a la importancia significativa que tiene para cualquier niño tanto la Escuela como la Familia, entre otras cosas por representar su ingreso en la sociedad; aunque entendemos que este problema de concurrencia de intereses no suele plantearse en la enseñanza primaria, sino más bien en la secundaria. Desde los aspectos familiares más positivos y mejor estructurados concurren mensajes y valores muy importantes para la formación de nuestros hijos, esto es así en cualquier familia que nombremos como normal por lo que hemos de comprobar si el niño hallará estos valores en el colegio al que asiste. Por ello, la educación de los hijos compete principalmente a los padres, porque son los padres quienes establecen los principios, los valores que queremos transmitirles (valores religiosos, culturales, políticos, económicos, artísticos…). Unas funciones parentales que nadie puede arrebatarnos ni nadie puede sustituirnos, porque es el derecho connatural a nuestra condición de padres, derecho también contemplado en nuestra jurisprudencia de la ley de la Patria Potestad. ¡No podemos sin más delegarlo al colegio! También tenemos en cuenta nuestra España de hoy, una sociedad pluralista en la que conviven diferentes opciones culturales, políticas o religiosas.
Por eso, cuando nos referimos a “estar atentos a la enseñanza en el colegio” incluimos las competencias de los profesores. Si el docente transgrede sus funciones, no se implica en el bienestar de sus alumnos o no percibe de manera adecuada ciertos comportamientos que ocurren en la vida escolar entre compañeros surgirán muchos y complicados problemas que luego tendremos que resolver. De igual manera, los profesores que están a cargo de sus alumnos, entienden el riesgo educativo que corresponde a los padres, han de estar vigilantes ante las negligencias, abandonos, indolencias o inercias de las familias y, en el peor de los casos, ante los ¡malos tratos! Eh aquí cuando los temas por este lado, el de la familia, pueden complicarse, porque cuando hablamos de condiciones básicas para la prevención de la violencia desde el ámbito familiar nos referimos a una relación afectiva, cálida y sin sobreprotección; se trata de un cuidado atento a las necesidades cambiantes de seguridad y autonomía en cada una de las etapas de la vida de los hijos y de una disciplina consistente sin autoritarismo ni negligencia.
Desde los primeros estadios, una Educación Emocional dentro del hogar se basa en:
- La participación en la vida de los hijos durante todas las etapas de su desarrollo y la constancia en el cariño atendiendo a sus demandas y/o necesidades.
- La orientación y supervisión en todo momento de sus vidas suministrando protección y apoyo hasta lograr una autonomía.
- El desarrollo de conductas adecuadas mediante el ejemplo del progenitor o progenitores, los valores familiares inculcados influyen en los niños desde su primera infancia.
- Las reglas negociadas y establecidas en conjunto, es importante que los hijos tengan muy claras las expectativas de la propia conducta.
- Los actos violentos lejos del hogar. Se hace necesario el control parental sobre la violencia que aparece en los medios de comunicación.
- La oposición a la violencia. Las palabras firmes y calmadas en el seno familiar prevalecerán frente a la actitud violenta.
¿Cómo pueden actuar unos padres que cuyo hijo puede ser víctima de maltrato? En primer lugar reaccionando con calma, colocándose en el lugar del hijo e intentando entender sus comportamientos; es prioritario hacerle ver que no es culpable de lo que le está pasando y que tiene todo el apoyo de la familia. A continuación es muy importante ponerse en contacto con el centro educativo para alertar de lo que está ocurriendo y ofrecer cooperación de cara a la resolución de los hechos y, por último y si fuera necesario, contemplar la posibilidad de hablar con profesionales del campo psicológico y psicopedagógico.
No puede haber proceso educativo sin convivencia pacífica en las aulas y en las comunidades educativas a las que atienden los centros escolares. Las actuaciones desde el Centro Educativo en Convivencia Escolar y Protocolos de Intervención son fundamentales. A finales del mes de enero de 2016, el Ministerio de Educación publicó un informe sobre el plan estratégico de convivencia escolar que sirvió de referencia para alumnos, familias y profesores a la hora de hacer frente al acoso en los centros educativos.
La Empatía como base de la justicia y de la solidaridad y la Alfabetización Emocional como capacidad de identificar, comprender y expresar los sentimientos de forma saludable deberían ser pilares en la convivencia diaria dentro de los colegios, se trata de “SABER VIVIR con los demás”.
El Acoso desde la perspectiva social encuentra sus raíces en el modelo dominio-sumisión por lo que desde las primeras etapas escolares es muy importante que los niños aprendan a convivir con el conflicto y desarrollar en ellos un pensamiento con matices. Una de las funciones docentes más demandada actualmente es buscar la calidad educativa en los contextos heterogéneos.
Cada Comunidad Autónoma lleva a cabo sus propios protocolos en caso de existencia de bullying, no obstante, aquí tenéis un plan sencillo de actuación al que podéis recurrir y que puede guiaros en caso de necesidad.
Cuándo estamos ante una sospecha de Acoso, ¿cómo actuar en el colegio?
- 1.Observar los modos de comportamiento del posible acosador en varias situaciones dentro del contexto escolar.
- 2.Contrastar los resultados de la observación por varios miembros del equipo docente y, si son coincidentes, elaborar un “PLAN” que consistirá en:
- 2.2. Obtención de Información a través del grupo-clase: Sociograma, procedimientos sociométricos, tests específicos, opinión del alumnado sobre la violencia (trabajando el tema en el aula mediante técnicas de dinámica de grupo) y dramatización de la violencia mediante role-playing…
- 2.3. Entrevista personalizada con el posible acosador
- 3. Valoración del Gabinete Psicopedagógico
- 4. Comunicar a la familia los resultados obtenidos
Las burlas y peleas pueden interpretarse como “cosas de niños” siempre que todos los implicados manifiesten la misma conducta y no sea lesiva para ninguno, ambas partes son iguales y estas actitudes forman parte de su crecimiento y/o desarrollo.
Preguntas más frecuentes
Nuestra pregunta ESTRELLA: ¿Cuánto cuesta prevenir el acoso escolar?
Depende de cómo llega la llamada de aviso, si llega desde casa, desde la escuela o bien desde terceras personas. Una anécdota real que os podemos contar fue cuando una madre se enteró por su hijita que sus compañeritas en la escuela la llamaban “gafotas” La niña le contaba a su mamá triste y enfadada lo acontecido por una discusión entre ellas. La madre preguntó, indagó y por suerte para ella fue la primera vez que había ocurrido… entonces la madre se quedó pensando… En un par de horas se sentó frente al ordenador y escribió un email al tutor-orientador de la niña de su colegio explicando ese comportamiento grupal de 5 amiguitas en contra de su hija. Por la noche se lo contó a su marido. Al día siguiente hizo una llamada personal al móvil del orientador- tutor donde envió el email… ¡y ya está!
En menos de 24 horas se pone en alerta al colegio. En menos de una semana el colegio pone en marcha el plan de prevención, que en este caso sólo fue necesaria una charla con toda la clase de la niña y sus amigas.
Ha costado amor, preocupación, responsabilidad y superación del miedo parental y colegial, y por último… ¡una agradable charla con los niños!
¿Por qué es tan difícil dar la voz de alarma?
Por un fenómeno emocional. Muchas veces no podemos pensar, nos cuesta reaccionar, tenemos miedos... Un número importante de adultos son personas introvertidas (aunque de carácter afable) y poseen un alto grado de protocolo social de tipo “cuidar las formas”, el excesivo respeto de “no me voy a meter donde no me llaman”… Pero también existe un tema cultural propio de esta época de nuevas tecnologías, lo que denominamos la inercia emocional por el desarrollo tecnológico y el “mercado” de las telecomunicaciones (en sentido peyorativo). En este último nos brindan placeres y satisfacciones para todos los gustos y exigencias, la mayoría de las veces cargados con una excesiva publicidad con el afán de vender, mercadear, comercializar… Todos estos inventos de nuestra época moderna provocan fácilmente emociones sin ningún esfuerzo creativo (en épocas anteriores leer, pintar y/o dibujar implicaban cierto esfuerzo por parte del autor). Esta pasividad consumista, el esforzarse por aprender con el “mínimo esfuerzo posible” trae consecuencias dañinas a la psique de los niños. El niño no tiene “nada que hacer”, sólo ver la tele, conectarse a internet, jugar con la videoconsola… y, en muchas ocasiones dentro del mundo virtual se banaliza la violencia.
El Acoso Escolar, ¿está limitado a la víctima y a su acosador o se puede considerar un fenómeno grupal y social?
El bullying no entiende de distinciones sociales o de sexo, el bullying hace su presencia en casi cualquier contexto y se trata de un fenómeno grupal y social. “No hay centros que sean más conflictivos que otros pero sí aulas más problemáticas que otras” (Consejero de Educación Rafael van Grieken). Por tanto, para prevenir es necesaria la intervención con el grupo-clase completo y las relaciones e interacciones que surgen entre todos ellos
¿Podemos aplicar la Mediación Escolar en un caso de Acoso?
La Mediación Escolar se dedica a la sensibilización e información con los conflictos (Ensayos, simulaciones, presentaciones…). Para seleccionar a los mediadores se aplican criterios como Voluntariedad, actitudes y habilidades sociales, actitudes de solidaridad y capacidad de diálogo, disponibilidad de tiempo para formación, gozar de aceptación social, buen nivel de autoestima, empatía, escucha activa…
En un caso de Acoso Escolar no es aconsejable la aplicación de la Mediación como tal. Debemos tener en cuenta que los roles y estatus de los implicados (víctima y acosador) son muy polares. La mediación es un proceso de ayuda en situación de reciprocidad psicológica que la violencia no tiene. El uso de la mediación en un caso de Acoso podría convertir a ésta en un escenario en el cual la víctima se viera obligada a utilizar herramientas de defensa de las que no dispone y el agresor aumentaría su prepotencia y su dominio psicológico.
El mediador tendría dificultades en controlar sus propias emociones y valores morales puesto que el desequilibrio entre ambas partes es muy grande” (La violencia escolar. Estrategias de prevención”, Rosario Ortega y Rosario Del Rey, Ed. Graó)
¿Cómo deben actuar unos padres si su hij@ es acusado de acosador?
En primer lugar es importante investigar el por qué de esa acusación y hablar con los profesores. Otra recomendación apropiada es acercarse más a los amigos de su hijo y observar qué actividades realizan. Todo esto tiene como base el establecimiento de un canal de comunicación y confianza con el hijo (“Escucha Activa”)
¿Podemos hablar de conductas de Acoso desde Primaria?
Podemos hablar de conductas conflictivas que desembocan en Acoso. La edad donde el bullying cobra mayor fuerza suele ser a partir de los 12-13 años (con la llegada de la adolescencia) En los estudios de José Mª Avilés (profesor y psicólogo), y los realizados por el departamento de Psicología Preventiva de la UCM en colaboración con el Instituto de la juventud (INJUVE), se muestra que el acoso sucede diariamente y se da fundamentalmente entre alumnos de edades comprendidas entre 6 y 17 años. Pero la edad de mayor riesgo en la aparición de la violencia se sitúa entre los 11 y los 15 años, porque es cuando más cambios se producen, cuando pasan del colegio al instituto por ejemplo.
Esperamos haber ayudado a los lectores con esta explicación de un tema tan actual y candente como es el Acoso Escolar. El Dr. Dan Olweus ha sido considerado el pionero en el estudio e investigación de la intimidación y en la utilización de la palabra bullying, pues implantó en la década de los 70 en Suecia un estudio que culminaría con un completo programa antiacoso para las escuelas de Noruega. En España, siguiendo el Informe Cisneros VII, podemos definir el Acoso como “Un continuado y deliberado maltrato verbal y modal que recibe un niño por parte de otro u otros, que se comportan con él cruelmente con el objeto de someterlo, apocarlo, asustarlo, amenazarlo y que atentan contra la dignidad del niño” y mencionando las palabras de José Antonio Luengo, ex secretario general del defensor del menor el problema se agrava cuando los niños acosados, en algún caso, se vuelven acosadores, “porque reconocen, en ocasiones, que prefieren mil veces los reproches de padres y profesores por portarse mal con otros, que ser el objetivo de todas las críticas”, concluyendo … caminemos Familia y Escuela en la misma dirección y con un solo compromiso.
David Norberto Gascón Razé.
Psicólogo en Madrid
Tel: 636 55 45 62
Email: dnd.gascon@cop.es
Página Web: http://www.psicologaenmadridarganzuela.com
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