La Pediatría en colaboración con la Psiquiatría
Hola
a tod@s
Hoy me gustaría hablaros sobre
la agresión en relación con el desarrollo emocional desde ambas perspectivas
facultativas. Desde los comienzos de ambas disciplinas, existió una
colaboración mutua muy enriquecedora. Para empezar por el principio, la pediatría tiene una manera muy
completa e intensiva a la hora de
redactar sus historiales clínicos, basándose en los detalles, que por ejemplo,
una madre les dé acerca de la nutrición de su hijo pequeño, de la toma de pecho
en los primeros meses de su andadura vital, de cómo fue esa relación madre-hijo
en la toma del pecho, si hablaban, si prestaba atención al niño, etc. De una manera menos acabada, un psiquiatra
podría elaborar su informe desde los aspectos clínicos y sintomáticos, como por
ejemplo trascribir las relaciones familiares, describir el entorno ambiental…,
y toda una anamnesis que elucidará los posibles problemas psiquiátricos del
niño en consulta. Tarea que el pediatra a solas no podría efectuar, porque las
metodologías profesionales son muy concretas. Porque sabemos que un niño puede
estar rebosante de salud física, sin mostrarse jamás desafiante o difícil,
pudiendo ser un bebe enfermo especialmente bueno durante todo el tiempo.
Todas
estas acciones son cuestiones prácticas que todo pediatra podrá prestar
atención, como la manera de dormir, de comer, de jugar, etc. A lo mejor, un psiquiatra miraría más por la
interacción que el niño hace en su guardería infantil, cuál es el contacto con
la realidad con que el niño dispone, el desarrollo progresivo del que el niño
es capaz para poder resolver y superar las dificultades exteriores que se le
presentan. A lo mejor ambos
especialistas tienen en cuenta la manera en que estas dificultades hayan sido
presentadas al niño, ya que no todo vale. El aprendizaje ha de ser gradual y
paulatino a la hora de manejar lo objetivamente
verificable, que sería recoger lo empírico de nuestra práctica clínica con niños, como es el entender la mente, y porque todos estamos hechos de la misma materia tanto si
estamos cuerdos como locos; la meta no debería de ser tan difícil. También nosotros como psicólogos podríamos advertir
que (en todos nosotros, niños y adultos) hay una tendencia
a lo subjetivo, nada afrentoso ni fantasioso, sino que más significativo las
más de las veces que los asuntos del mundo exterior, y que también lo anímico,
lo intrínseco, lo personal se inscribe dentro de lo objetivable verificable.
Por ejemplo, a través de la creación artística, así como de la experiencia
artística, mantenemos unos puentes o
pasaderos ineludibles entre lo subjetivo y lo objetivo, entre lo que el
individuo crea y el mundo ofrece. Esta podría ser una razón, a nuestro
entender, de la importancia de promover en el comportamiento infantil desde su
compleja psicología, lo que muchas veces el niño extrapola con su afición por
el dibujo y la pintura, siendo una forma de conectar con lo de “adentro” a lo
de “afuera”. También podemos ver que para la ayuda del rendimiento académico
todas esas clases extraescolares que el niño pudiera obtener para potenciar su
rendimiento en la atención, percepción, pensamiento, etc. todas enmarcadas en
la etapa llamada por J. Piaget sensoriomotor,
período concreto, simbólico, etc. Porque estas actividades pretenden
desarrollar el pensamiento simbólico y pre-conceptual, junto con lo que se
denomina esquemas mentales. Es justamente esto, como venimos diciendo, lo que les ayuda a conectar con
“lo de adentro” y justamente el pensamiento (concreto o
simbólico, etc.) es uno de lo procesos mentales que se van interiorizando,
junto con otras vivencias y experiencias, como tocar, ver o hablar (¡muy unidos están el pensamiento y el lenguaje!). De esta manera, se va
construyendo el “Yo infantil” desde una materia mental en equilibrio
escalonadamente y en sucesivas etapas, poco a poco, step by step pero sin pausa, desde un conglomerado cognitivo y
emocional, y con elementos internos y externos que el niño pueda ir adquiriendo desde su experiencia. Con ayuda de la educación preescolar, por ejemplo,
hallaremos técnicas llamadas de “reforzamiento” en juegos de percepción visual,
juegos para trabajar la atención
(laberintos, buscar el objeto que falta, puzles, sopas de letras, etc.), para que el
niño aprenda jugando, divirtiéndose y creciendo.
Por supuesto que estas actividades tienen
muchas más cualidades pedagógicas importantes para el desarrollo infantil, pero
nosotros vamos a nuestro tema, que es lo mental que hay en el niño, de cómo
ellos lo ejercitan y lo expanden desde todas esas asignaturas que el “cole” les
proporciona para construir sus personas, para llegar a ser en un futuro
distante,... adultos de manera integral.
De
esta manera, con esta buena pedagogía, por ejemplo, aportamos cosas nuevas al
mundo del niño, como es el conocerse así mismo (su Yo infantil) y desde una
avenencia con la capacidad de adaptación del bebé, o del niño en sus diferentes
progresos madurativos o emplásticos.
Con respecto a ciertas
emociones que tenemos que encauzar, así como lo hacemos a nivel cognitivo con
las actividades preescolares, están esas "tareas" de tipo emocional que les ayuda a crecer, otras les infligen dolor y angustia, como es la agresividad. Sabemos por estudios
realizados desde la pediatría o la psiquiatría que la agresión empieza a andar
mucho antes de que el Yo infantil esté organizado. Esto es importante, porque
de nada servirá las actividades de la primera escuela si por estas emociones
penetrantes, como la agresión, causan trastornos de pensamiento, memoria,
psico-motricidad o trastornos a la misma afectividad.
Por supuesto que puede haber otras
muchas causas que originen trastornos diversos, como la carencia afectiva
durante la infancia, aislamiento, maternidad comprometida, fatiga, agotamiento o diversos factores
sociales como los problemas laborales de los padres y un largo y largo etcétera. Aquí y con estos problemas
de fondo sería preceptivo indicar una psicoterapia con un especialista infantil
para que estos problemas psicoafectivos perturben lo menos posible, y si
podemos prevenir antes de curar, por ejemplo encauzando o redirigiendo sus conductas disruptivas..., cuidaremos su salud mental. Ya lo decía un
humanista del siglo XVI, Miguel Eyquem De Montaigne: “Ora tumet ira, nigrescunt sanguine venae, lumina Gorgoneo savius igne
micant”. (Montaigne, Ensayos, p.
610) Esto es, y le citamos, "un hombre de buenas costumbres puede albergar
opiniones falsas, y puede un malvado predicar la verdad aunque no crea en ella".
Por eso dice este mismo autor que "a los niños hemos de instruirlos para la
vida, no para la escuela". No hay que adscribir el alma al saber, sino incorporar
el saber al alma, y por último, “saber de memoria no es saber, sino conservar
lo que a la memoria se ha dado en custodia (Montaigne, Ensayos, p. 109).
Felices fiestas...
David Norberto Gascón Razé.
Psicólogo en Madrid
Tel: 636 55 45 62
Email: dnd.gascon@cop.es
Página Web: http://www.psicologaenmadridarganzuela.com
Psicólogo en Madrid
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