La escritura terapéutica
La
escritura ha sido un modo gráfico de transmitir información, una representación
escrita, pero no la única que nos permita expresarnos. Esta representación
gráfica informa o comunica nuestro pensamiento desde una base de lenguaje
hablado u oral. Así fue como todo empezó, desde nuestra más tierna infancia el
lenguaje oral fue lo primero que nos impulsó a expresarnos, y a medida que andaban
los años añadiríamos el lenguaje escrito a nuestras habilidades sociales. Con
la escritura, podemos representar mediante logogramas conceptos, como nuestras
percepciones, sentimientos, afectos o ideas. Y una vez superados ciertos
esfuerzos (por ejemplo, aprendizaje de la gramática), la escritura se puede
convertir en un ejercicio liberador de energías salutíferas, en una catarsis
para nuestra mente, también en el sentido griego, de poder experimentar “una
purificación” de ciertos sentimientos dolorosos.
UN POCO DE
HISTORIA.
Egipto, XX antes de Cristo
A este respecto, puedo citar al antiguo Egipto como una de las pocas civilizaciones donde la escritura tenía valor práctico y trascendental, con poderes especiales, como escritura terapéutica en aquellas ocasiones donde se necesitaba hablar de lo que nos preocupa. Por ejemplo, voy a citar una narración novelada de aquella época, donde un egipcio habla con su alma en la “novela” o manuscrito que se conserva en el rollo del Papiro Ani llamado El diálogo de un desesperado con su alma, o Las quejas de Felah. El relato va de un hombre que padece angustias de (la) muerte, y se le aparece su Ba, que le revela que lo abandonará si sigue en esa actitud derrotista, con lo cual perdería su inmortalidad, y se moriría de verdad. Sorprendentemente este hombre, le angustia la muerte porque no creía en el más allá, y pensaba que cuando se moría, le entierran ¡y fin de la historia!
Se emplaza un conflicto, su Ba le pide que lo escuche, «es bueno
escuchar para la gente» (reza un antiguo refrán egipcio), le razona y en el
diálogo entre los dos el hombre recapacita, y al final acepta la resurrección
después de la muerte quedándose su Ba con él; con lo cual el hombre se
sosiega y mantiene la alegría de vivir hasta el final de sus días.
Esta literatura egipcia dirigida a la existencia del individuo, reflexiona
sobre el ser humano y su psicología. Es otro tipo de tratamiento, en la
escritura el hombre egipcio encontraba consuelo y deshago, reflexión y cambio;
¡había que escribir! A través de la palabra se crea este tipo de “técnica”
psicológica de apoyo a pensamientos y síntomas que el egipcio usó para sus
trastornos del día a día, la escritura como terapéutica.
La escritura ha significado una revolución tanto en el
lenguaje como en el psiquismo humano, ya que el uno y el otro van estrechamente
ligados a nuestro desarrollo psico-afectivo, en un principio en los comienzos
de nuestra infancia y luego también de adultos. Si como dijimos, en un
principio empezamos nuestro diálogo con el mundo (familia, escuela, amigos…)
desde una tradición oral, más adelante lo complementaremos desde una tradición
escrita, a la vez de escritura como de lectura. Ambas formas de comunicación nos permite
supuestamente establecer un vínculo con otro o con nosotros mismos, tanto si lo
pensamos, o lo decimos, si lo escribimos o lo leemos. Hemos mencionado anteriormente a la sabiduría
del antiguo Egipto, que básicamente consistía, (aparte de su desarrollo
tecnológico o económico), en la fuerza
de la palabra, que se extendía a la escritura
en su don para curar. Escritura Sagrada. De esta forma, para los antiguos
egipcios la escritura, su lengua sagrada, la palabra sagrada, el
jeroglífico ─las palabras del Dios─ fueron realidades creadoras y
sanadoras que servían como armas para luchar contra las enfermedades.
No me parece que la invención de la escritura haya querido reemplazar a la lengua oral. Para nosotros es importante aclararlo, ya que la psicoterapia en sus modos de intervención psicodinámicas o psicoanalíticas son fundamentalmente orales, por razones de técnica y metodología. Ya desde la tradición aristotélica se sabe que hay una dependencia de la escritura a lo que los psicólogos llamamos «lenguas naturales», porque la escritura está subordinada a la lengua oral o hablada. Decía Aristóteles que los sonidos expresados por la voz son los símbolos de los estados del alma y las palabras escritas son los símbolos de las palabras emitidas con la voz.
Desde la psicología contemporánea, ya metidos en el
siglo XX, Gordon Wells, explora el concepto de lo escrito e identifica
cuatro niveles de uso:
- El ejecutivo. El más básico, que se refiere al control del código escrito, a la capacidad de codificar y descodificar signos gráficos.
- El funcional incluye la comunicación interpersonal y exige el conocimiento de los diferentes contextos, géneros y registros en que se usa la escritura.
- El instrumental corresponde al uso de la lectoescritura como vehículo para acceder al conocimiento científico o académico.
- Y el epistémico se refiere al uso más desarrollado cognitivamente, en el que el autor o persona al escribir, transforma el conocimiento desde su experiencia personal y crea ideas.
Por supuesto que consideramos otras clasificaciones y
distinciones, como entre los usos personales o sociales que nos motiven a
escribir. Motivos intrapersonales o interpersonales
por lo estético o lúdica, ya que escribir tiene esa dimensión de lo placentero
o divertido. Pero este es el aspecto que menos nos preocupa, ya que por otro
lado, desde nuestras emociones no tan lúdicas, podríamos escribir para verter o
echar en el papel lo que nos aflige, como pensamientos que tengamos de tipo
negativo por motivos de tristeza, dolor o ira.
A mi entender, es terapéutica en el sentido de que es
beneficiosa, higiénica para nuestras angustias,
porque podríamos poner en orden nuestras ideas, nuestros sentimientos.
En este sentido, es terapéutico porque podemos evacuar en la escritura esos
sentimientos o emociones que nos hace sentir mal, porque la escritura nos
permite abrir este campo de nuestros sentimientos y desinhibirnos.
También podemos pensar la escritura como un contenedor
de nuestro lenguaje instantáneo, inmediato y espontáneo, y coincidimos con algunos
autores que a menudo nuestro lenguaje oral puede ser desordenado, ambiguo o
redundante, veloz como un rayo cósmico.
Aunque, todo hay que decirlo, para los que estamos del lado de la psicoterapia, el lenguaje oral es fundamental en el proceso terapéutico, ya que buscaríamos ese “caos” con el motivo de descomponer y reestructurar todos esos pensamientos que pueden ir y venir en un viaje frenético por nuestra mente. En este sentido, los monólogos interiores con los que convivimos, o como decimos en psicología, nuestros pensamientos, nuestras fantasías, nuestros deseos, son útiles y necesarios, y son la vía regia o principal para la resolución de nuestros conflictos internos. En este sentido, la escritura nos sostiene y soporta esas tendencias a la regresión que en el lenguaje oral y en la transferencia terapéutica estamos llamados a realizar, en el diván de un psicoanalista. Pero así como leer nos resulta útil, la escritura también.
Queremos sugeriros una terapia por la escritura que nos permita solucionar determinados problemas, realizar ciertos descubrimientos y tomar algunas decisiones importantes en nuestra vida. Es como si la escritura nos ayudara a detenernos a pensar, pararnos a reflexionar, y a poner distancia de ciertos impulsos, estímulos o arrebatos para la acción descuidada e inmoderada. Es como si pudiésemos dar a nuestro pensamiento ese tiempo tan necesario para madurar. Es lo que en psicoterapia (oral o hablada) llamamos la elaboración, aquí en la escritura sería un proceso mental parejo a la preparación de nuestro mundo interior, de nuestra mente o nuestro psiquismo a la acción en el despliegue de nuestra conducta, de nuestro comportamiento o a la toma de decisión. En el lenguaje escrito podemos pasar al acto nuestros pensamientos, afectos o fantasías (lo que en psicoterapia es pasar al acto, acting-out), y si es una acción simbolizante puesta en palabras, la escritura sería su doble complementario. En este sentido, la escritura sería una disociación aceptable y natural de lo que en psicoanálisis se llama el proceso primario en una cinta de möebius con el proceso secundario.
Dice un refrán castellano:
primero pensar, luego actuar.
Propondremos algunos ejercicios de escritura, que consistirán en algunas preguntas y sus correspondientes respuestas sobre determinadas cuestiones que nos puedan preocupar (al final del artículo, en la bibliografía, tenéis algunos libros donde podréis consultar estas prácticas):
- Para mejorar la autoestima
- Para mejorar nuestras relaciones
- Para conocerse a uno mismo
Por ejemplo, ejercicio para conocerse así mismo.
Traza en tu cuaderno una línea del tiempo desde tu nacimiento hasta la
actualidad.
Señala los acontecimientos y experiencias más importantes.
Responde:
¿Cómo te sientes en este momento?
¿Qué te parece de lo que has escrito?
¿Cómo crees que te sentirás en el futuro?
En la escritura terapéutica podríamos encontrar a ese amigo ideal que nunca
nos abandona, que siempre nos comprende. Cuando entramos en conflicto, la
ansiedad o la angustia se incrementan, poder poner orden, o mejor dicho
contención a estas preocupaciones desbordantes a través de la escritura es terapéutica
en este sentido. De aquí han podido salir muchos escritores, y de gran fama.
Así le ocurrió a un autor que citamos en nuestra bibliografía, pianista de
profesión, que escribió su libro autobiográfico, y que él mismo reconoce en
redacción de su libro como escritura terapéutica. Un buen profesional, pero con
una vida muy accidentada y con muchos problemas psíquicos y emocionales. Aunque
no fue la única terapéutica que tuvo para poder superar sus traumas (dicho sea
de paso, traumas infantiles), pero la escritura pudo aportarle su “granito de
arena”. Dicho sea de paso, hemos de tener en cuenta que deberíamos consultar a
un especialista si la zozobra o el padecimiento perdura o nos supera. El caso
de este músico es extremo pero ilustrativo, aconsejo su lectura. También para
comenzar a ejercitarnos en la escritura terapéutica, pongo en la bibliografía
los ejercicios de Reyes Adorna, resultan bastante interesantes. Igualmente,
recomendamos la lectura de Sonia Scarpante su Introduzione alla Scrittura
Terapeutica, link que también coloco al final de este artículo en la
bibliografía.
Bibliografía.
.
-Aristóteles.
(1995). Lógica (Órganon). «Sobre la
interpretación», «Escritura, voz, pensamiento y realidad. Lo verdadero y lo
falso»16a– 33. Editorial Gredos, 115. Madrid.
-Adorna Castro,
Reyes (2014). Practicando la escritura terapéutica. 79 ejercicios. Ed.
Descleé Brouwer. Bilbao, España.
-Gascón Razé,
David N. (2008). Antecedentes de las Psicoterapias: La cura por la palabra
en la antigua medicina egipcia. Libro electrónico. Madrid.
-Gordon Wells.
(1988). Aprender a leer y escribir. Editorial Laia, Barcelona.
-Hernández
Merino, Ana. (2016). Actividades artísticas y creativas en Terapia
Ocupacional. Editorial Síntesis, Madrid.
-Rhodes,
James. (2015). Instrumental. Memorias de música medicina y locura. Editorial
Blackiebooks. Barcelona.
-White,
Michael. (2008). Medios narrativos para fines terapéuticos. Editorial
Paidós. Barcelona.
http://www.soniascarpante.it/
Sonia Scarpante.
David Norberto Gascón Razé
Psicólogo en Madrid
Teléfono: 636 554 562
E-Mail: dnd.gascon@cop.es
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