Síndrome de Stendhal




Hola a tod@s :

Hoy me gustaría hablaros sobre el Síndrome de Stendhal, ¡hablemos de arte pues! Es un fenómeno que nos ocurre cuando vemos algo que nos parece verdaderamente artístico, bello, y  tanto es así tanto para los neófitos como para los artistas profesionales a la hora de crear sus obras de arte. Pero nos podríamos confundir si tomamos la acepción de síndrome en sentido médico (segunda acepción, que apareció muy posteriormente), en el que se nos indica un cuadro patológico determinado, como un conjunto de síntomas y de signos que concurren en tiempo y forma y que es de etiología variada. La primera acepción, más cercana a lo psicológico y al sentido figurado de este síndrome que estamos hablando es la de: "un conjunto fenómenos cualesquiera, que concurren (del griego syndromé, concurso) unos con otros y que caracterizan una determinada situación cualquiera"..., como ver un paisaje, un edificio arquitectónico, una escultura, una película, ir al teatro, escuchar música,  y en lo que respecta a nuestro artículo de hoy: ver o contemplar una pintura. Fue en esta primera acepción dende se bautizó el Sindrome de Stendhal. Ésta es una de las razones por la que los museos, las exposiciones, galerías, etc. están llenas de gente: por provocar estas emociones asombrosas en la gente. Nosotros en Madrid, nota aparte, estamos de suerte, ya que poseemos tres museos "top of the one" denominado el Triángulo del Arte o Triángulo de Oro al grupo de museos que se ubican en la zona del Paseo del Prado, en Madrid.

Ya con esta primera acepción podemos entender este fenómeno psicoafectivo que nos deja una profunda impresión (en nuestra mente, en nuestra alma, en nuestro ser) tal y como lo vivió un célebre escritor francés de nombre Henri Beyle (1783-1842), más conocido por el seudónimo de Stendhal. Su producción literaria estuvo marcada por una alta sensibilidad romántica, y un poderoso sentido analítico de las pasiones humanas y los comportamientos sociales. Fue aventajado en su amor por el arte y por la música, con un sentido epicúreo del placer, sus personajes van “a la caza de la felicidad” que armoniza con un riguroso sentido crítico y análisis psicológico de sus personajes. Es considerado uno de los creadores de la novela moderna.  
Pues entonces, este fenómenos psico-afectivo es como una especie de éxtasis tal como lo sintió nuestro escritor decimonónico al contemplar unas pinturas en uno de sus viajes turísticos que nos impresiona, conmueve o asombra profundamente, por la admiración de “una sublime belleza”. Diría nuestro escritor al describir su síndrome que sintió una especie de aspaviento en las que se “mezclaban las sensaciones celestiales que proporcionaban las bellas artes, con los sentimientos propios de las pasiones”. Agotado de tal estupor, su corazón latía con fuerza, no sin rozar el punto de desmayo al caminar lejos de esa obra de arte. Así pues, con esta definición estamos lejos de ser enfermos mentales, y si hablamos de belleza lo podríamos comprender como una crisis de amor, con reacciones de hipersensibilidad, euforia o entusiasmo. Por otra parte, y cambiando de registro, aunque manteniendo el apunte de nuestro artículo, desde composiciones más dramáticas, trágicas o infaustas podemos reaccionar con este síndrome con crisis de pánico (miedo a morir a volverse loco), sensaciones de despersonalización, amnesia o vértigo… Siempre es más gratificante el polo positivo de estas complejas emociones, y es ésta la descripción del síndrome de Stendhal que mencionamos.

Todos estos sucesos los podemos entender desde la sensibilidad y creatividad de ciertas personas, o por el agotamiento físico que supone un viaje cultural a otro país, museo o galería de arte, etc. y por último, que es el tercer elemento donde centraremos nuestro artículo: La obra de arte propiamente contemplada.
Por tanto, observamos dos disciplinas convergentes para nuestro estudio. Si la historia del arte tiene relación con las cronologías de la cultura, la documentación y el estilo, la psicología mira en la historia evolutiva del individuo. Podemos ver ejemplos en artistas como Goya, Fuseli y los simbolistas, donde habrían representado estados mentales, sueños,… como fenómenos internos del ser humano. El arte es una manera de pensar, y nosotros lo orientamos desde el simbolismo, la sublimación, la creatividad (también añadiríamos la biografía y la autobiografía) como maneras y formas de operaciones mentales que todos seríamos capaces de hacer tanto si somos los artistas como si somos los agentes pasivos de la acción artística. Sabemos que el impacto de las imágenes es notorio, así nos recuerda el dicho de que “una imagen vale más por mil palabras”, pero no porque realmente así sea, si no por esto que estamos describiendo como embelesamiento ante un fenómeno artístico y no por atribuir más complejidad intelectual a la imagen que a la palabra. Aunque muchas veces es una paradoja cuando decimos “ver para creer”, y algunas veces “no creas todo lo que leas”, puede ser un fenómeno puntual y pasajero de una tipo de pérdida de límites entre nosotros (o nuestro yo) y lo observado. Y aunque puntual y pasajero, posee una fuerza capaz de afectar al inconsciente de cualquier viandante.
  Desde la propia obra de arte, como dijimos, preferimos personalmente a aquellas obras de arte que asocian una cualidad física, por ejemplo, con una cualidad moral. No estamos hablando puramente de simbolismo, si no de que pueda expresarse los sentimientos de un personaje y dotarle de una trama psicológica, como cuando se hace una mano grande para dar mayor relieve a un busto, proporcionando una parte del cuerpo en relación a otra, enfatiza un rasgo moral, psicológico o afectivo, sin que la obra pierda sus rasgos humanos. Otra manera de buscar el arte ateniéndonos al hombre es poder mirar, por ejemplo, a una escultura inmóvil de piedra o de mármol, pero sintiendo que nos trasmite una fuerza y una agilidad latentes como si estuviera viva. O cuando vemos un busto, un rostro esculpido en dura materia, y observamos los detalles de sus ojos, o de su frente lisa un evocadora sugerencia de un pensar profundo. El arte como expresión de lo humano y de lo eterno, no solamente como un relato narrativo, limitados a ciertos temas, calcando modelos repetitivos, perdiendo este importante recurso que nos auxilia a conocernos a nosotros mismos.


Para terminar, retomamos la segunda acepción, la médica y también la psicológica, como no,  para entender que en todas las actividades humanas podemos hallar indicios de síndromes que nos lleven a cuadros patológicos determinados. En este sentido, sabemos que los trastornos mentales (severos o medianos) interfieren o inhiben la labor artística. Esto va un poco en contra de la idea “romántica” de que la neurosis y la locura favorecen la creatividad (ni el licor de Absenta), todo lo contrario, perturban al artista y a su obra. Ejemplos demostrados fueron Van Gogh, que no podía trabajar mientras estuviera hospitalizado,  Miguel Ángel o Leonardo cuando dejaban a medias sus obras (el non finito que decían los biógrafos) o Caravaggio o Cellini no pudieron trabajar mientras huían de la ley. Los artistas que muestran menos conflictos en su arte son más libres y más productivos. Un factor a tener en cuenta, a la hora de desear que las cosas vayan bien, es la reacción del talento de un niño por parte de padres, colegio o amigos, y de las envidias que ello genera, creando daño y conflicto psíquico a quien lo padece, porque el entorno adecuado es importante: Roma en el siglo XVI, París en el siglo XIX, o Nueva York a partir de la segunda Guerra Mundial (Gauguin a Tahití, etc.). Pero como la familia es anterior al ambiente cultural, el reconocimiento, el estimulo y la reflexión crean un desarrollo infantil que se beneficia de una atención inteligente procurando un buen cimiento para la vida del niño o de la niña que con talento creador estimula las Bellas Artes, Cine o Teatro. De lo contrario, cualquier artista puede inhibirse y perderse hacia la irrealidad. Todos podemos encontrar nuestra “piedra filosofal” en las artes o en las letras, en el teatro o en el cine, en nuestras profesiones u oficios si entendemos estas graves restricciones de nuestro carácter a por formar.
Gracias por leerme.

Bibliography: Stendhal (2011). El síndrome del viajero. Diario de Florencia. Editorial Gadir. Madrid.


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