Indefensión aprendida o ...
Decir
no a tiempo no es una tarea sencilla.
A lo mejor en "papel" sí, o en teoría, y desde nuestro
diccionario interior, pero a lo que me estoy refiriendo es a “realizar una negativa”
desde nuestras potencias emocionales, y no para tener una aprobado de colegio
en la asignatura de lengua. Por tanto, decir NO o decir que no, no es solamente una custión de gramática.
Desde la psicología
positiva, el psicólogo estadounidense Martin Seligman, profesor de la
Universidad de Pensilvania, EE.UU. fue el que popularizó este concepto de la
psicología. Desde esta Psicología
Positiva inaugurada en la década de los 90´ se abrió otra rama o corriente
específica en nuestro campo con la intención de fundamentar las bases de
nuestro bienestar psicológico.
Metiéndonos ya en el
concepto de indefensión aprendida (o desamparo ilustrado, permítanme la
expresión) es cuando ante una situación violenta para nosotros nos comportamos
de manera pasiva o sin responder ante nuestro interlocutor dialogada mente. En
realidad hay una ausencia de respuesta conductual o afectiva, como si “eso” que
nos dicen o manifiestan no haya ocurrido. Aunque todo va muy veloz en nuestro
fuero interno, y habiendo percibido con nuestros cinco sentidos el acto
aversivo que repudiamos o rechazamos, la sensación subjetiva que nos llega es
de una actitud pasiva, sin respuesta, que con el tiempo tanto en hombres como
en mujeres formará parte de un estilo de nuestra personalidad, acabando por
evitar cualquier circunstancia desagradable y haciéndonos dependientes de otros
que sí tiene “el valor” de responder adecuadamente a estas situaciones
violentas, como la manipulación emocional, cualquier tipo de acoso (en el
trabajo, en lo sexual, en la esfera familiar), bullying, mobbing, o los
arquetipos sociales de la suegra, el jefe, las envidias o los celos en el amor.
A partir de este momento, y con el paso del tiempo, este modus vivendis de
nuestro carácter adquiere otra trayectoria hacia lo psicopatológico, como
cuando gestamos alguna enfermedad mental, como por ejemplo… una depresión
clínica, fobia social, o las relaciones sadomasoquistas, en el sentido moral y
menos sexual del término. A partir de este momento, pasamos de decir o pensar
“no puedo hacer nada con respecto a…”, a evadirnos de ciertas situaciones
incomodas desde una manera rígida y estereotipada de nuestro repertorio
conductual. Llegados a este momento, es una buena idea buscar ayuda psicoterapéutica para mejorar
nuestra situación vital.
En esta trabazón sentimental
la indefensión aprendida se torna más compleja que una mera cuestión estética o
visual de un comportamiento ineficaz, improductivo o insensible (apático o
indolente), ya que como hemos dicho nos vamos construyendo como personas desde
el entorno domestico-familiar, pasando por la escuela, la sociedad y la
cultura.
Estos fenómenos de
nuestro desarrollo humano ya forman parte de la historia de nuestra infancia,
forman parte de nuestros “mecanismos de adaptación”, de nuestra inteligencia,
en un principio desde nuestro hogar, con nuestros padres y hermanos, por ello nosotros los psicólogos prestamos
atenta mirada al desarrollo infantil de toda persona y cómo ésta fue viviendo
sus primera experiencias en su familia. Porque si hay un modo de educación
autoritaria, permisiva o negligente en el niñ@ habrá muchas posibilidades de
desarrollar en la edad adulta este sentimiento de abandono, tanto si sentimos
que nos abandonan como si somos los que abandonamos. Porque no sólo es el
castigo verbal, emocional o físico constante e ilimitado en el tiempo que provoca un sometimiento irracional a
nuestro entorno sino también porque nuestras figuras de apego han fallado. En
este punto, la psicoterapia es fundamental, y aunque lleve un tiempo
considerable por parte del paciente intentar mejorar y desarrollar su
personalidad, le sacará del estanco en el tiempo en que quedó atrapado por no
decir NO a tiempo.
En este sentido, el no
adquiere un valor simbólico, que es el de guardar las distancias oportunas a la
hora de dialogar con nuestro entorno. Un ejemplo de ello, podría ser el
dibujo.
La capacidad de dibujar en general, tanto si lo hacemos mediocremente
como muy bien, es mucho más que una simple copia de la realidad, porque para
cualquier niño o adulto con un lápiz y un papel requiere de la utilización de
una imagen interna, por tanto de un valor interno, de una acción interiorizada,
que fortalece nuestra personalidad y sentido de identidad yoica o del self, que
se monta u organiza junto a nuestra identidad sexual para la representación y
el conocimiento de nosotros mismos y para los demás. Es como si en la
indefensión aprendida estuviéramos orientados hacia las necesidades de los
otros, colocados en la aprobación estereotipada, que cuando dejamos a tras
estos sentimientos pasamos hacia una empatía y una orientación de valores
interiorizados. Esto nos ayuda a construir nuestro “modelo de mente” para
entender las acciones de los demás (abusos, manipulaciones o discusiones
domésticas cotidianas, o lo contrario, amor, amistad, compañerismo) y convertirnos
en activos pensadores sociales, en personas integradas donde el NO diferencia
lo de dentro con lo de fuera. Es una etapa donde todos hemos de transitar,
forma parte de nuestro desarrollo.
En la fase de oposición de decir que no (etapa infantil ineludible),
conseguimos desarrollar nuestra independencia de mamá, por ejemplo, que más adelante en nuestra etapa adulta este sentimiento delimitador formará parte del desarrollo de nuestra
creatividad en el trabajo, dándonos autonomía y libertad, pero siempre dentro
de un diálogo y un entrono social benéfico, de mutua comprensión, para poner
límites de lo mío y lo tuyo, sin ofender a nadie, sino por las lógicas y
naturales diferencias individuales, y esto entra dentro de la psicología normal
o positiva que busca la felicidad del hombre.
Pero, ya hemos dicho que fuera de
este perímetro de lo normal, nos
adentramos en el insólito mundo de los sentimientos confusos del miedo y la
vergüenza que tantas circunstancias en la vida nos hacen evitar.
Bibliografía.
Seligman, M. (1975). Helplessness: on
depression, development, and death. Free Press. New York.
Seligman, M. (2003). La auténtica felicidad. Ed. Vergara. Barcelona.
David Norberto Gascón Razé. Psicólogo en Madrid
Tel: 636 55 45 62
Email: dnd.gascon@cop.es
Web site: www.psicologo-davidgascon.es
Comentarios
Publicar un comentario